Časopis ARS 41 (2008) 2

Pavel ŠTĚPÁNEK

Oscar Domínguez na Slovensku
[Oscar Domínguez en Eslovaquia]
[Oscar Domínguez in Slovakia]

(Resumé)

Los españoles de París con Picasso a la cabeza jugaron un gran papel tanto en el desarrollo del arte dentro de la Escuela de París (Picasso, Gris, Dalí, Miró, González, Domínguez, etc.), e influyeron profundamente el arte en Checoslovaquia. Apenas hubo terminado la Segunda Guerra Mundial, se celebró, en febrero de 1946, en la sala de exposiciones más grande de la Praga de entonces (Mánes) una exposición colectiva de este grupo titulada El arte de la España republicana (con el subtítulo de Artistas españoles de la Escuela de París que matizaba la denominación política anterior); fue la primera exposición que vino de París. Por esta razón llegó a ser sucedánea del arte francés en general. Podemos decir, sin duda, que la exposición española llegó a ser un símbolo del rompimiento del aislamiento de siete aňos a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Luego continuó a Brno, pero no a Bratislava.

El impacto de este acontecimiento fue enorme. La exposición española logró un éxito fabuloso – artístico, político y social, por no decir económico. Una parte sustancial de las obras expuestas, sobre todo pinturas, dibujos y grabados (en total 244), se quedaron en colecciones checas y eslovacas. También contribuyó al éxito la presencia física de ocho de estos diecinueve españoles, casi la mitad de los expositores, a saber, los pintores Oscar Domínguez, Joaquín Peinado, Pedro Flores, Antoni Clavé y Manuel Viola así como los escultores Baltazar Lobo, Honorio García Condoy (éste vivió en Bratislava más de un aňo y medio, según una fuente) y Apelles Fenosa, quienes entablaron contactos artísticos y humanos con muchos artistas checos, algunos de por vida.

La mayor atención entre todos los españoles presentes (tanto con su obra como con su personalidad) la despertó Oscar Domínguez; no sólo por la cantidad de cuadros que expuso (12 obras) sino sobre todo por la fuerza de su personalidad atrayente, su originalidad y coherencia, artística y vital, auténticamente surrealista. (No puede omitirse, sin embargo, que en el caso de Domínguez, esta influencia se nota ya antes de la Segunda Guerra Mundial, a partir de sus decalcomanías que influyeron en los surrealistas checos, con el poeta Vítězslav Nezval a la cabeza.) Domínguez supo responder al interés despertado regresando a Checoslovaquia aun dos veces en persona, organizando exposiciones con cada visita y vivió aquí unos períodos muy intensos tanto desde el punto de vista social como profesional, y no solo en la capital checa, Praga, sino también en las ciudades de Olomouc y Bratislava, si no hacemos referencia a excursiones breves a otros sitios. Trabajó aquí tan intensamente que casi un cuarto de sus obras conocidas hoy provienen de colecciones checas y eslovacas que aun reservan ciertas sorpresas, ante todo en Eslovaquia.

La tercera y última vez se presentó en Bratislava en enero de 1949, cuando la escena artística estaba ya en poder de los comunistas que desde el golpe del 25 de febrero de 1948 imponían el criterio del realismo socialista y negaban cualquier tendencia que lo contrariase.

Aparte de las obras presentadas en sus exposiciones, en general todas vendidas o regaladas, se quedaron en colecciones eslovacas también aquellos trabajos ocasionales que Domínguez realizó en Bratislava, donde tuvo a su disposición talleres prestados por sus colegas y amigos eslovacos, ante todo Ján Mudroch, para facilitarle el trabajo. Otros coleccionistas eslovacos adquirían sus obras en su taller de París, donde lo visitaban (Vladimír Reisel, Juraj Špitzer). En Bratislava hizo amistad con varios artistas eslovacos: Ladislav Guderna, Ervín Semian, Lea Mrázová, Ernest Zmeták, Ján Mudroch, Štefan Bednár, Peter Matejka y el poeta Rudolf Fábry, entre otros.

Así es que, en la última exposición recordatoria, que preparé para celebrar medio siglo de estancia de Domínguez en Olomouc, y que luego pasó a Bratislava (1998), aparecieron aún varias obras vistas por primera vez desde aquella estancia. El catálogo de Olomouc (y por consiguiente, de Bratislava) recogió más de cien obras suyas de colecciones checas y eslovacas de la época de 1944 – 1949, lo cual representa un cuarto del total de las obras realizadas por Domínguez y conocidas hoy, aunque algunas piezas están ya hoy vendidas al extranjero, incluyendo la propia España. Con Bratislava pueden relacionarse unas veinticinco obras en total que encontramos en la Galería Nacional de Eslovaquia, la Galería de la Ciudad Capital de Bratislava y en colecciones privadas, qunaue cada vez menos.

La exposición de Domínguez se celebró ya en un ambiente distinto de las anteriores en Checoslovaquia, pues su estancia en Bratislava coincidió con el ataque del realismo socialista. Teóricos como Štefan Bednár intentaban imponer – y lo lograron después por medios políticos, el realismo socialista. Se produjo una discusión, la última aún libre: salió en defensa de Domínguez la revista Bojovník, concedienénole toda una página, así como la revista Kultúrny život; la Nové slovo (del 21-I-1949) trajo una entrevista con él, pero al final quedó atacado por Jaroslav Dubnický quien prefiere afirmar que „más de uno de los principios del arte moderno es, en nuestras nuevas condiciones (entiéndase el realismo socialista), un dogma muerto“, aunque no condena directamente la obra de Domínguez.

Junto con el mismo texto apareció una caricatura de Ervín Semian titulada „Una vista a la sociedad sin clases“ en la cual Domínguez está representado con un cuadro de bodegón „comestible“ (un juego surrealista) en una mano y revólver en la otra. Tanto Domínguez, como su amigo Mudroch, quien se emerge por encima de la pistola, tienen en la solapa la hoz y el martillo, lo cual fue, según la historiadora Ľudmila Peterajová „el clavo en el ataúud del surrealismo en nuestras (entiéndase, eslovacas) condiciones“.

P. Štěpánek